*Roque Acosta Ortiz
Para que la
sociedad de la información se transforme en sociedad del conocimiento, será
indispensable atender las diferencias de competencia informacional derivadas
del analfabetismo funcional en el nuevo entorno hipermedial, que brinda posibilidad de acceso, sin limitaciones de tiempo
y espacio, a una gran cantidad de fuentes de diverso origen y calidad.
La brecha digital
entendida como distancia tecnológica entre
los individuos da cuenta de las diferencias en sus competencias informacionales
a partir de una brecha cognitiva, relacionada con sus trayectorias de vida en
el contexto familiar y educativo, formal y no formal.
Así lo entiende
Marciales V. (2012):
El
concepto de competencia informacional, es fruto de la
reconceptualización hecha por los investigadores (Marciales et ál.,
2008), en la cual se hace un desplazamiento
de un “saber hacer” y sus variaciones, hacia su conceptualización de la
competencia como entramado de relaciones tejidas entre las adhesiones y
creencias, las motivaciones y las aptitudes del sujeto epistémico, construidas
en las trayectorias de vida en contextos situados de aprendizaje, formales y no
formales. Este entramado de relaciones actúa como matriz de referencia de las
formas de apropiación de la información que tienen lugar a través de acceder,
evaluar y hacer uso de ésta, y expresa los contextos culturales en los cuales
fue construida. (Marciales V., 2012, pp. 129)
Para que el sujeto se apropie de las fuentes de información, en contexto
personal, profesional y social de manera adecuada, competente y pertinente,
para convertirlas en fuentes de conocimiento, la formación que recibió en la familia, en la
escuela y en el entorno social y cultural es determinante.
Marciales V. (2012) habla de matriz
de referencia para el acceso, evaluación y uso de la información,
determinado por las condiciones socioeconómicas y culturales del sujeto epistémico.
Otros autores coinciden e insisten en abordar la brecha digital no sólo
desde su dimensión estructural (acceso), sino sobre todo en su dimensión
cognitiva (apropiación, competencia informacional) y hablan de una primera brecha digital (falta de acceso)
y de una segunda brecha digital (falta
de conocimiento para la apropiación).
Se tienen pistas
(Castaño, 2008; Marciales Vivas, 2012; Guzmán Acuña, 2008; Carneiro, s/f) de
que no siempre acceso a las TIC significa habilidades y pertinencia en el uso
de los recursos y aplicaciones de las mismas para la resolución de problemas en
la vida cotidiana, en el ámbito del estudio, del trabajo, del desarrollo
profesional. En síntesis, no siempre existe apropiación
de las TIC orientada a la búsqueda, sistematización y producción de
conocimiento.
En este sentido, Castaño 2008 afirma que “las divisiones
digitales del futuro estarán relacionadas con las habilidades y la
complejidad.” En la sociedad red, la
información sobreabunda, el acceso a fuentes múltiples implica capacidad
crítica para identificar, evaluar, jerarquizar y utilizar las fuentes de manera
adecuada a los proyectos, personales, profesionales y comunitarios de los
sujetos.
Por su parte, Pérez Salazar
(2004) sugiere la existencia de dos modalidades en las formas de
aprovechamiento o uso de las posibilidades que brindan las TIC, en términos de
adquisición y generación de conocimiento: “1) Reproductivo: Dentro de esta
modalidad, generalmente no hay una verdadera producción de conocimiento. Se da
principalmente en aquellos usuarios que se limitan a reproducir actividades que
“… no son sino apéndices virtuales de prácticas que ya se daban en la
vida real” (Carracedo, 2003, pp. 7, citado por Pérez Salazar, 2004, pp. 9);
y 2) Productivo: Se relaciona con un uso
de las tecnologías de la información y la comunicación, en el que suele haber
una producción y difusión de conocimiento.” (Pérez Salazar, 2004, pp. 9).
Con respecto a la importancia de compartir conocimiento para
superar la brecha digital, Pimienta afirma: “El elemento estratégico mayor para
la transformación hacia sociedades de la información está en la educación de la
ciudadanía al mundo digital y los cambios de paradigma que acompañan una nueva
visión de sociedad basada en el compartir de conocimientos.” (Pimienta, 2007,
pp. 3).
El desafío para los investigadores y educadores radica
entonces en producir suficientes estudios empíricos que describan y expliquen la segunda brecha digital para proponer
políticas públicas que favorezcan la alfabetización digital en los diversos
ámbitos de socialización y formación de los sujetos epistémicos, de manera que
las oportunidades que ofrece la sociedad
del conocimiento sirvan al desarrollo de las personas y de sus comunidades.
Referencias bibliográficas
Carneiro, R, Toscano, J & Díaz, T. (s/f). Las TIC y los nuevos paradigmas educativos,
OEI-Fundación Santillana, Colección Metas Educativas 2021. Disponible en: http://www.oei.es/noticias/spip.php?article9240. Recuperado el 2 de enero de 2014.
Castaño, C. (2008). La Segunda Brecha Digital.
Madrid: Cátedra.
Guzmán Acuña, J. (2008). Estudiantes universitarios: entre la brecha
digital y el aprendizaje. Apertura, año 8, núm. 8, noviembre de 2008, pp.
21-32. Disponible en: www.udgvirtual.udg.mx/apertura/index.php/apertura4/article/.../324. Recuperado el 20 de enero de
2014.
Marciales V., G. P. (2012). Competencia
informacional y brecha digital: preguntas y problemas emergentes derivados de
investigación. Nómadas, 36, 127-142. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=105124264009.
Recuperado el 20 de enero de 2014.
Pérez Salazar, G.
(2004). La brecha digital: más allá del
profetismo. FCP y S, UNAM. Versión completa disponible en: www.creativecommons.org/licenses
Pimienta, D. (2007). Brecha
digital, brecha social, brecha paradigmática. Fundación Redes y Desarrollos (FUNREDES).
Disponible en: www.funredes.org/mistica/castellano/
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